En el Museo Marco, la orquesta pictórica de Noé

Por Nicole Giser

Clarín, Revista Ñ, 11 de febrero de 2022.

 

Una obra iniciada en los 80, que el artista terminó en 2020, se conecta y dialoga con trabajos de 12 artistas contemporáneos en una deriva de muchas direcciones. En ella resuena el color y vibran las líneas.

"La complejidad es propia de la idea de caos que propone Noé. Es decir, la complejidad como término positivo, como la combinación de elementos disímiles que logran convivir”, reflexiona la curadora Cecilia Ivanchevich mientras recorre Trama Sinfónica, en el Museo de Arte Contemporáneo de La Boca (MARCO). “Según Yuyo –continúa la curadora–, la vida se compone de eso, de diferentes cuestiones que parecieran no compaginar pero que, al final, una deviene en la otra”. Hasta fines de febrero, la exposición, producida en conjunto por la Fundación Noé y la Fundación Tres Pinos, traza diálogos entre la obra “Sinfonía” de Felipe “Yuyo” Noé, y piezas de otros 12 artistas de diferentes generaciones. El tiempo, la explosión del color y la línea como huella, conectan las búsquedas y sostienen la conversación.

 

La obra “Sinfonía”, de la que parte la muestra, fue trabajada en dos tiempos. Iniciada en los años 80, fue interrumpida por Noé hasta el 2020, que la terminó y completó con un título que la vincula con la música. Mientras que las demás obras que la componen, fueron seleccionadas por las curadoras: Ivanchevich y Natalia Revale –miembros de la Fundación Noé– junto con Luciana Salvá –parte del equipo curatorial de MARCO–, con el fin de profundizar en ciertas derivas que el artista y ensayista del caos planteó a lo largo de su obra. Así, dieron vida a esta orquesta pictórica, donde lo que resuena es el color y lo que vibra son las líneas.

 

"SIN-fonía", Luis Felipe Noé, 2020. Acrílico y tinta sobre tela. 113x194cm.

 

A diferencia de otras obras en las que partió de una mancha para encontrar la figura, en “Sinfonía” Noé repintó las figuras de la primera versión de la pieza –donde podían verse un piano, animales o algunos rostros–, y las volvió abstractas. La obra recuerda así uno de los principales postulados de la Nueva Figuración: allá por los 60, Ernesto Deira, Rómulo Macció, Jorge de la Vega y Yuyo patearon el tablero, terminando con la distinción entre arte figurativo y arte abstracto, demostrando que ambas expresiones podían convivir o hasta ser lo mismo.

En un rincón de la primera sala, donde los colores vivos se expanden por el espacio, está “Fuera de contexto”, una reinterpretación tan grande y profunda como inexplicable que el mismo Noé hizo de su obra “Reflexiones con y fuera de contexto”. La pieza aparece para reafirmar todo lo poderoso del arte visual: generador de sensaciones a veces innombrables. En ella, el artista integró otras de sus obras, como un espejo de los años 60, un paisaje que brilla en una tela de los 80, o un libro de los 90. “Si algo te da el arte, es libertad. Te permite ir y venir en el tiempo”, dice Ivanchevich, y apunta a los autorretratos dispersados en la pieza, en los que Noé es uno y otro totalmente distinto, al mismo tiempo. Algo similar sucede con el protagonista de Códice rompecabezas sobre Recontrapoder en cajón desastre, la novela que publicó en 1974 inspirado en una serie de personajes que había dibujado previamente, en sus sesiones de terapia con el doctor Gilberto Simoes. En aquel libro, el personaje principal –que, si se mira de cerca, se lo encuentra también en esta obra– cambia de nombre, de forma e identidad según las situaciones que se le presentan.

 

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