Derivaciones sobre la amistad y la creatividad

Por Fabián Lebenglik
Página 12, 7 de enero de 2022.


Fabián Lebenglik: -Bueno Yuyo, quisiera empezar preguntándote por tu amistad con Pino Solanas.

Luis Felipe Noé: -Bueno, mi amistad con Pino en realidad comienza en Francia. Yo lo conocía de antes pero ahí comenzamos a compartir y además había en común que teníamos hijos más o menos de la misma edad y que luego fueron todos interrelacionándose y Pino terminó siendo como una especie de tío de ellos. Yo aprendí a conocerlo hasta a admirarlo a Pino, porque él tenía gran claridad conceptual de exposición. Esa que realmente yo creo que pocas personas -por ejemplo que se han dedicado a la política como él se dedicaba-, tuvieran su claridad expositiva y de enunciación. Claridad de enunciación que tenía también en sus películas, en el desarrollo del tema. Yo que he sido siempre medio tartamudo, realmente le admiraba eso, porque esa claridad y ese compromiso que tenía con lo que hacía y el que sentía con su país, era el mismo casi que cuando sentía y hacía una obra. En realidad, él sentía el país como una obra por hacer. En ese sentido creo que tenía una visión de estadista. No de político del juego de ajedrecista, porque en ese sentido le fallaron algunas piezas. Pero sí en el sentido de estadista, de comprometerse con el país, y saber ver lo que se necesitaba.


FL: -En la película están muy presentes las tensiones entre ficción y realidad. Podríamos decir que la ficción en la Argentina surge muy tardíamente. Esteban Echeverría escribió “El matadero” en 1838; muere en 1850 y su relato se publica más de veinte años después de su muerte. Es decir, el campo cultural de la época no aceptaba un texto de ficción hasta 1871, cuando se da a conocer. Esas tensiones entre realidad y ficción también aparecen en la obra de Pino, entre sus documentales con inscripciones publicitarias, con carteles; y en el trabajo de Tato Pavlovsky, entre la dramaturgia y la psicoterapia. En tu caso hay una escena inicial en la que primero estudiaste abogacía, hiciste un taller de pintura, y después te volcaste completamente a la pintura. ¿Cómo pasaste de lo 'prosaico' a lo 'imaginativo'? ¿Cómo lograste saltar ese muro que en todo caso tal vez fuera un mandato familiar?

LFN: -Yo no creo que haya saltado ningún muro. Y en todo caso me he caído. Si yo me tengo que autodefinir, diría que soy un militante de la torpeza. Y así me fui entendiendo en medio de todo.

FL: -El tema de la violencia política está muy presente en la película. El artista y editor Ral Veroni hizo un conteo de todos los decapitados y decapitadores de la historia argentina que son recordados con nombres de calles en Buenos Aires. Son más de doscientos. La violencia política continuó para lograr la Independencia, la organización nacional, etc.

Vos viviste de manera directa la violencia, y en algún sentido, hubo un momento en el que  una parte importante del campo artístico abandonaba la dedicación directa con la práctica artística, por la militancia y la política.

LFN: -A mí siempre me apasionó, no la política en sí misma, sino el país. Y en ese sentido, aún cuando mi padre tenía una perspectiva liberal, muy distinta, mi padre tenía una pasión por su país y él tenía una magnifica historia. Una magnífica biblioteca histórica y siempre me hablaba del país. Y él en su tiempo fue partidario de Lisandro de la Torre, y me trasmitió también la violencia del país como vivencia… Con el tiempo, poco a poco, tuve otras posiciones. Pero con mucho respeto mutuo. Una de las cosas más lindas que puedo recordar de mi amistad con mi padre es que, cuando mi padre era profundamente antiperonista, y cuando había que votar -según mi conciencia- la fórmula Perón-Perón, hice una cola larguísima para votar, junto con mi padre. Por supuesto que él no votó eso.  Pero hubo gran respeto mutuo. De no preguntarse, de no discutir. Cada uno sabía claramente su posición.

Entonces, yo también he vivido la política como algo que merece respeto. Y por eso también detesto todo lo que es dictadura, porque es una falta de respeto. (Aplausos).

 

(…)

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